La primera impresión fue que la magia de Nightmare Moon le había cegado. Su menta se acercaba rápidamente al pánico cuando notó algo tocarle la pezuña. Instintivamente, miró al suelo, lista para chillar como una potrilla asustadiza pero, para su sorpresa, pudo ver qué había tocado: una gema como las que encontró en la jungla. La cogió y, con el pánico disminuyendo, empezó a ver más cosas en la celda. Lo más llamativo era el sello de Nightmare Moon que rodeaba todas las celdas que había explorado hasta entonces. Mirando hacia las paredes, podía distinguir las formas de las puertas bajo la tenue luz del sello. Ya más calmada, miró a su alrededor y soltó un gran suspiro de alivio al ver que sus compañeros de equipo seguían con ella. Por algún motivo, Old One Eye estaba enfrascado rodando por el suelo de la celda, como si las piedras que machacaban sus pezuñas fueran para el engendro un agradable masaje. Si ponía un poco de imaginación, Lyra incluso podría afirmar que la cara de Old One Eye mostraba una sonrisa por la forma en que sus dientes quedaban alineados. En un momento dado, Old One Eye se detuvo, cogiendo una piedra roja y colocándola... en la cuenca del ojo. Lyra no sabía exactamente qué mostrar ante tal acción, pero el poni no parecía molesto por ello, al contrario. Se acercó a Lyra y a Sassaflash y, tras lamerles la cara, las abrazó. Fuerte.
- Ey, amigo, yo también me alegro de que estemos juntos - dijo Lyra con un poco de nerviosismo en su voz. - ¿Qué tal si tratamos de buscar una salida?
Old One Eye no tardó en poner a Lyra encima suyo y a agarrar a Sassaflash con la cola para trotar por la sala en busca de una salida que condujera al grupo más cerca de Nightmare Moon.
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