Al primer sonido Silver ya se había puesto alerta. Tras esquivar las cabezas de la hidra su instinto de supervivencia se despertó de repente, y empezó a mirar alrededor.
Algo tiene que haber que yo pueda hacer -Silver comenzó a analizar el lugar rápidamente, para ver si el entorno le facilitaba alguna ayuda-. No hay más que lluvia y nubes de tormenta y truenos y… Un momento. ¡Ya lo tengo!
La hidra miró a Silver con sus seis ojos mientras este se acercaba a ella. Parecía haber perdido el miedo. De pronto, como por arte de magia, apareció en su mano derecha un cuchillo grande de combate. Silver miró el punto donde más rayos caían, decidido.
Se acercó a la hidra a toda velocidad y empezó a recordar lecciones de magia de combate. Primera lección: plataformas. Si un soldado queda en un lugar desde el que no se puede mover, necesita poder crear plataformas en el aire para maniobrar y luchar. Debe ser instintivo.
Silver se movía saltando desde una plataforma a otra saltando, esquivando a cada momento las cabezas que le lanzaban dentelladas. Segunda lección: Usar tu magia para aprovechar el entorno de forma más productiva. Lanzar una piedra es mucho más efectivo si es con tu magia, porque el rival no sabe desde donde va a llegar el golpe. Silver levitó una bola de agua, y la lanzó directamente hacia la cabeza que le atacaba. Esta quedó confundida por el impacto, momento que aprovechó Silver para trazar un arco ascendente con el cuchillo, que produjo un corte poco profundo en la cara de la hidra.
Con movimientos ágiles esquivaba los ataques de la hidra, y a la misma velocidad se los devolvía, pero el oponente eran tres oponentes a la vez, no resultaba nada fácil. Una estocada hacia el ojo de la hidra casi surge efecto, pero esta le esquivó en el último momento. Tras ese movimiento rápido la hidra quedó algo descolocada.
Lección tres: Espera el momento oportuno, algunos de tus trucos solo funcionarán una vez, piensa bien cuando hacerlos. Silver sacó una cuerda de su mochila y la lanzó contra el cuello de las tres cabezas. Lógicamente, la cuerda solo impactó débilmente contra la hidra. Tras mirar la cuerda, la hidra soltó una risotada y observó a Silver…¡Pero este ya no estaba!
Con una luz gris claro, apareció detrás suya, y cogió los estremos de la cuerda, haciendo un nudo a las tres cabezas. La hidra se giró para morderle, pero Silver se sumergió en el agua y la empujó hacia la zona donde caían rayos. La hidra notó algo en la parte de la cuerda pegada a sus cabezas. Un cuchillo de acero, mojado, que pronto haría de pararrayos. La hidra quedó inconsciente en cuanto le cayó el rayo en la cabeza. Silver se dirigió a la puerta seis mientras sacaba otro cuchillo, más pequeño y algo peor, y se lo guardaba en la manga izquierda. Tuvo que sacrificar una cuerda, y su mejor cuchillo…