“Allí estaba de nuevo, frente al dragón. Paper ya había hablado con él hace tiempo, y le consiguió convencer para que le ayudara un poco. Pero tampoco había olvidado las palabras de la bestia. Las palabras concisas que le dijeron que pasara quien pasara por ahí, iba a ser aniquilado por sus garras de eterna furia. Esta vez iba a ser muy diferente. Iba a convencerlo. Iba a hacerle ver que no era su enemigo. Iba a demostrarle que no debía seguir actuando así.”
-¡Saludos, noble dragón! Nos volvemos a encontrar, por lo que veo. –Decía Paper, mientras esquivaba una de las bolas de fuego que le acababa de disparar la bestia con una furia indescriptible– Tranquilízate, esta vez no vengo para intentar derrotarte. He visto que tu poder es más que respetable, y he pensado que no vale la pena luchar contra un posible aliado mío.
“El dragón, aun con rabia, miró al pony de papel con extrañeza. No parecía el mismo. No tenía esos ojos rojos llenos de rabia… No, esa mirada no transmitía odio ni miedo, sino paz y calma. Aquella vez que hablaron lo tuvieron que hacer a distancia, a través de muros, sin contacto visual. Esta vez iba a ser diferente. Aun así, el dragón seguía sin fiarse. Le seguía mirando con furia, y estaba a punto de lanzar otra bola de fuego… cuando de pronto pasó algo que ni siquiera él se esperaba.”
-Te ofrezco esto como ofrenda a tu poder, y para que veas que no soy ninguna amenaza para ti. He venido a ser tu aliado, no tu enemigo. La otra vez la rabia me consumió. Habían pasado cosas que no debían haber pasado. Y lo tomé contigo, con tan noble criatura que ha sido encerrada contra su voluntad por la terrible bruja que regenta esta colmena. Por eso, con mis intenciones de ayudarte, te pido a ti, criatura milenaria, que dejes ir a este aliado tuyo para que pueda ayudarte a ser libre de esta prisión derrotando a la maldita reina que te ha hecho esto.”
“Mientras decía esto, lo increíble fue ver como el pony de papel soltaba 2 de sus gemas al agua, y bajaban a acumularse con el actual tesoro del dragón. La bestia se quedó sin palabras y cerró la boca, evitando que la bola de fuego saliese de ella. Se quedó mirando de nuevo al pony. No era un pony alado que pudiera ayudarle a apaciguar la lluvia de esa sala. Era algo mejor. Era un pony que le estaba prometiendo la libertad de esa maldita prisión.”
-No eres el único… - Dijo Paper, con tristeza en sus ojos – Que está encerrado en contra de su voluntad en esta maldita colmena.
-… Si te dejo ir… ¿Prometes que seré liberado?
-Lo prometo. –Contestó Paper, con firmeza en los ojos.
-… Está bien.
“Y dicho esto, el pony de papel se dirigió a la puerta 1 para cruzarla, sabiendo que si volvía a la sala, tendría un amigo esperándole, no un enemigo.”